Una vez soñé que no me aferraba a nada. Que me despertaba sin haber dormido, me duchaba, bajaba a desayunar y salía por las calles con la guitarra al hombro, sin billetera y sin celular.
Soñé que el tiempo no importaba, que no tenia apuros y que la gente al pasar saludaba. No tenia que ir a trabajar a ninguna parte, porque...no se bien porque, pero la plata no interesaba, al igual que el estudio: simplemente porque ya sabia aquellos cuatro acordes que desembocaban en 1500 canciones que podía cantarle a quien caminara por la misma vereda.
Soñé que no te tenía, que iba a buscarte y a intentar enamorarte; que al llegar (mientras mi corazón se aceleraba), tu sonrisa me seducía, tus ojos me llamaban y yo despacio me acercaba. Nos mirábamos cuatro segundos. A lo mejor eran dos. Me sonreías y te devolvía la sonrisa. Suspirábamos por lo bajo. Hasta que logre balbucear: “¿Sola?” y tu boca casi no deja escapar un “no, lamentablemente”. Entonces daba media vuelta y me iba silbando mirando hacia adelante. Debía llegar a un tren que pronto saldría de Castelar hacia algún lugar.
Una vez soñé que no me aferraba a nada...
GENIAL.
ResponderEliminarGENIAL.