Y bien, llega otra noche en la que uno se pregunta porque la monotonía de los días. Porque hoy, un miércoles, es exactamente igual que todos los miércoles de todos los meses, que termina uno mirando televisión, tras un arduo o porque no, aburrido día de trabajo. Pensaba en extrañarte, en estar al lado tuyo y olvidar lo desaforado que es ver pasar las horas sentado en una silla gracias a tus besos, que provocan en mí una reacción tan determinante como un disparo al corazón. Pensaba en las sabanas revueltas, en las sonrisas de los dos, en las luces apagadas y el silencio que acontece el fin de un terremoto. Pero no. Vos allá y yo acá, separados por miles de calles, personas, autos, veredas, semáforos, casas y negocios que jamás sospecharon nada de lo que nos iba a pasar. Pasó que la distancia y el tiempo dejaron de importar, pero se transformaron en heridas. Heridas que por la noche duelen y cuanto mas piensa uno cuando van a cicatrizar, mas duelen.
Fin de fiesta
Hace 3 años
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