Colgó el teléfono y respiro profundo. Muy profundo. Tras los vidrios, los autos se dirigían en distintas direcciones hacia algún incierto destino. De fondo una maquina de escribir, la radio y él vozarrón de su jefe y un cliente tapiaban al silencio. Las luces blancas de adentro y las amarillas de afuera disfrazaban a la noche y el frío que regaba el invierno. Pensó que no podía dejarlo pasar ni un minuto mas. Aguardo unos segundos. La situación lo superaba. Comenzó a devorar su uña del dedo meñique, reprimiendo el impulso que brotaba desde sus adentros. Tomó un lápiz y lo golpeo repetidas veces contra la mesa. Su jefe, molesto por el ruido y la interrupción de su charla, lo retó:
-¿Pasa algo, Inti?-
Al escuchar esa pregunta, Inti empezó a sospechar que su cara se ponía colorada. Estaba enojado, pero se reprimió comiéndose la uña de su dedo índice.
-Nada, nada-
El Jefe se acomodo en su sillón y continuó su interminable charla con el cliente. Mientras, él comenzó a notar como su ojo izquierdo contenía su ira con un molesto tic que le hacía pestañear 27 veces por segundo. Aguardo dos minutos, uno...y no aguanto mas: se paro encima del escritorio y le grito a nadie:
- BASTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!! - exclamo furioso
...pero no, todo siguió igual
Dedicado a todos ellos que no, pero sí y que sí, pero no.
Fin de fiesta
Hace 3 años
Jajajaja, pobre Inti, se olvidó la tinta blanca.
ResponderEliminarBuena historia mister ;)
Ey, si fuera Guillermo Cácharo podría hacer una súper analogía con eso y recién ahora me doy cuenta: ¿Inti por casualidad o porque posta es el sol? Digo, si sospechó que empezaba a ponerse colorado :p
ResponderEliminarJajaja, mejor me voy, suertee