domingo, 31 de mayo de 2009

Canciones que ojála lleguen a ser algo II

Insomnio de amor (2005)

La Luna se asoma
y tu perfume sobre mi cama
¿Cuantás veces habré desesperado?

Tantos sueños sin sueños
en este insomnio de amor
Solo dejame quererte

Detenme, amor, de una buena vez
No puedo dejar de extrañarte
Mis pensamientos solo son pecados
Tu boca y tu pelo mojado
Tu sonrisa robada del Diablo
Dejame amarte, hacerte parte de mi locura

(En este) Insomnio de amor: Los desvelados que lloran en silencio y la locura les gano
(Por culpa del) Insomnio de amor: Tantos que gritan, golpean las paredes y sueñan con su balcón
Soñar, volar y soy feliz solo por ti

Quisiera detener al tiempo (1000 veces)
dejar de desearte una vez
para dormirme entre tus brazos

Ya se que todo es así
que robas el tiempo...

jueves, 28 de mayo de 2009

Canciones que ojála lleguen a ser algo

Tu cara

Dejame dormir hasta mañana
No hay nada mas que hacer aquí
No estoy a la altura de la situación:
Podrías hacerme lastimar

Solo déjame perderme hasta mañana
Mirar el techo y sonreír
Dibujar tu cara en la nada
¿Cuánto darías tu por mi?


Mas, solo un poco mas
De esta histeria desvelada
Que me aparta sin razón
Y nos desarma, y me desarma


Mas, solo un poco mas
Debere acostumbrarme
A pensar que ya no estas acá


Cerca, cuando todo este en silencio
Nadie me vendrá a buscar
Lejos todo el mundo se hará el ciego
¿Que tal si vamos para allá?

Inter

Mas…

Y otra vez la soledad me abraza
Oigo ruidos: alguien quiere entrar
Poco a poco la noche se acaba
Voy a saltar, quiero saltar
Y florecer entre tus sombras

Mas…

Deberé acostumbrarme
A pensar que ya no estas acá

miércoles, 27 de mayo de 2009

“Es lo que hay”

Y bien, llega otra noche en la que uno se pregunta porque la monotonía de los días. Porque hoy, un miércoles, es exactamente igual que todos los miércoles de todos los meses, que termina uno mirando televisión, tras un arduo o porque no, aburrido día de trabajo. Pensaba en extrañarte, en estar al lado tuyo y olvidar lo desaforado que es ver pasar las horas sentado en una silla gracias a tus besos, que provocan en mí una reacción tan determinante como un disparo al corazón. Pensaba en las sabanas revueltas, en las sonrisas de los dos, en las luces apagadas y el silencio que acontece el fin de un terremoto. Pero no. Vos allá y yo acá, separados por miles de calles, personas, autos, veredas, semáforos, casas y negocios que jamás sospecharon nada de lo que nos iba a pasar. Pasó que la distancia y el tiempo dejaron de importar, pero se transformaron en heridas. Heridas que por la noche duelen y cuanto mas piensa uno cuando van a cicatrizar, mas duelen.

Sin embargo son las 22.15 y aprovecho a llamarte. Te cuento todo esto y vos, luego de bufarme, me contestas cansada por la situación “y bueno...es lo que hay”. Te asiento con un “mhm”, mientras pienso que asi es, otra no nos queda...

domingo, 17 de mayo de 2009

Una vez...



Una vez soñé que no me aferraba a nada. Que me despertaba sin haber dormido, me duchaba, bajaba a desayunar y salía por las calles con la guitarra al hombro, sin billetera y sin celular.
Soñé que el tiempo no importaba, que no tenia apuros y que la gente al pasar saludaba. No tenia que ir a trabajar a ninguna parte, porque...no se bien porque, pero la plata no interesaba, al igual que el estudio: simplemente porque ya sabia aquellos cuatro acordes que desembocaban en 1500 canciones que podía cantarle a quien caminara por la misma vereda.
Soñé que no te tenía, que iba a buscarte y a intentar enamorarte; que al llegar (mientras mi corazón se aceleraba), tu sonrisa me seducía, tus ojos me llamaban y yo despacio me acercaba. Nos mirábamos cuatro segundos. A lo mejor eran dos. Me sonreías y te devolvía la sonrisa. Suspirábamos por lo bajo. Hasta que logre balbucear: “¿Sola?” y tu boca casi no deja escapar un “no, lamentablemente”. Entonces daba media vuelta y me iba silbando mirando hacia adelante. Debía llegar a un tren que pronto saldría de Castelar hacia algún lugar.
Una vez soñé que no me aferraba a nada...

(resoplo)



Que maldita mañana. Cuando el despertador marco las cinco, aún no entendía bien de que se trataba. Me desvestí rápido, corrí a la ducha, me vestí, tome un café semifrío y salí con el auto hacía la incertidumbre de un examen en blanco. Llegar, sentarse, acomodarse y terminarlo. La vuelta debía ser rápida, el momento llegaría y debía estar preparado para eso. Autos, carteles, mas autos, camiones y la bajada que me indicaba la salida a Santa Rosa. La vuelta había sido un récord: casi 20 minutos. El momento estaba cada vez mas cerca. Logre estacionar el auto y bajarme de el, entre a la oficina. Espere...solo faltaban unos minutos. Me acomode en la silla y espere con los ojos cerrados. Ya no eran horas sino minutos que comenzaron a hacerse segundos. Espié con un ojo. 5....4....3...2...1... y el reloj develo el misterio y me mostró lo que para mi podría llegar a ser la lampará mágica para Aladino o pasar con el auto por el túnel de morón cuando pasa el tren para mi tía: 10:00:01. Cerré los ojos de nuevo. Y al abrirlos lo primero que vi fueron mis manos. “La pucha -pensé- otro intento por hacerme humo fallido”.