miércoles, 16 de septiembre de 2009

Tribulaciones desde un cuarto gris

Ahora que vivo solo, el ruido nunca es demasiado. La ropa aguarda su momento, apilada prolijamente sobre los estantes, para mirar las cosas desde el suelo. De fondo suena Soda y su "tarda en llegar y al final, al final hay recompensa", mientras yo, tirado en el colchón, escucho (o imagino escuchar) a mi estomago seguir el ritmo de la canción con un par de ruidos que el hambre improvisa, reclamando otra comida después del almuerzo. Miro el techo blanco recién pintado. Me levanto del colchón y me miro a un espejo: nada mal por ser un don nadie. Agarro las llaves, dejo solo una luz encendida y salgo a la calle: ya encontre mi jaula en el mundo y ahora es solo cuestión de salir, a matar la nueva rutina.

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